martes, 11 de febrero de 2020

Actividad para poner en práctica las preguntas globalizadoras



En esta actividad, llevaremos a cabo todo lo que aprendimos, pero ahora ya sin la ayuda de posibles pronombres interrogativos para conformar las preguntas. Les proponemos un nuevo texto, para que ustedes realicen las operaciones necesarias y pongan en práctica todos los pasos del proceso de comprender para producir resumen y aprender.

Tengamos en cuenta que, ahora que vamos dominando los procedimientos de los que nos estamos apropiando, podemos hacer zonas de texto que no necesariamente coincidan con los párrafos. Por ejemplo, podemos considerar a varios párrafos como una sola zona del texto que responda a una misma pregunta globalizadora. Manos a la obra.

El texto sobre el cual se propone esta actividad es el siguiente:

¿Por qué la gramática?


Horizontes

Desde siempre, el fundamento general del área de Lengua ha sido, es y será la necesidad de mejorar la comprensión y la producción de textos en lengua materna de los alumnos de cualquier nivel del sistema educativo, para hacerlos autónomos en su relación con todos los tipos, las tramas y las relaciones textuales. Desde este horizonte trazado, la clase de Lengua se plantea siempre todo lo relativo a la cuestión del lenguaje en su relación con las necesidades comunicativas de seres humanos en el intercambio de significado.

Comprender es una operación que se implica cada vez que se dice “leer” o “escuchar”. Producir es la operación que se implica cada vez que se dice “escribir” o “hablar”. Sin embargo, no se puede hablar de dos polos diferentes sino de dos miradas distintas sobre el mismo fenómeno: el de comunicarse. Y, comúnmente, al hablarse (tanto) en las escuelas de los problemas que tienen los chicos para comprender, solemos referirnos a comprender textos. Pero los textos no son entidades del mundo separadas de la vida, sino que, en el mundo en que vivimos, los textos hacen la vida. Al comunicarnos, los seres humanos intercambiamos significados con un sentido determinado en cada caso. Y cuando damos sentido a los significados que intercambiamos, cada uno de nosotros le da sentido a su propia vida, a su propia experiencia y a su manera de entender de un punto de vista particular e intransferible el mundo en que vive.

Por estas razones, el problema de comprensión que tienen los alumnos en cualquier aula no es sólo un problema con los textos escritos. Se trata de algo mucho más profundo. El problema, en principio, consiste en la dificultad para otorgar sentido a esos textos, que son parte del mundo y que circulan en él para que los significados sean intercambiados, discutidos, transformados. Lo que se implica, por consiguiente, no es solamente la relación con el mundo de la escritura sino, fundamentalmente, con nuestras posibilidades de conocer y dar sentido, de discutir significados y transformarlos, apropiándose de las informaciones para incluir en ellas nuestra propia voz y nuestro punto de vista. Por lo tanto, lo que está en juego es el desarrollo del pensamiento, por una parte, y nuestro derecho a la participación social, por otra.

El problema, así, es mucho más grave que lo que parece a simple vista. Fundamentalmente, porque revela que la reflexión sobre el lenguaje y el dominio de la escritura y la lectura no son cuestiones que tengan que ver con un saber preciosista sobre la lengua y el texto escrito: se trata de problemas que involucran el desarrollo de las capacidades inteligentes, el acceso al conocimiento, la capacidad crítica y la participación activa y autónoma en la sociedad. En realidad, algo que es el fundamento de cualquier escuela en cualquier nivel y en cualquier materia.

Es por todo esto que podemos considerar que comprender y producir textos son operaciones que se dan en todas las áreas. Nada se enseña si no es a través de textos y de lenguajes. De esta manera, estas operaciones no son propiedad exclusiva del área de Lengua: son operaciones básicas de cualquier clase de cualquier contenido de cualquier área en cualquier nivel de escolaridad.

Las reglas del juego

La pregunta que queda pendiente es: ¿qué es lo específico del área de Lengua, si la comprensión y la producción son asunto de todos? Lo particular de Lengua, sostenemos aquí, es contribuir a generar en los chicos herramientas de conocimiento y discusión de la realidad a través de la reflexión sobre cómo funciona el lenguaje cuando se construyen textos para comunicar, conocer y discutir la realidad.

El lenguaje humano tiene diferentes aspectos que permiten decir, disfrazar, develar, ocultar. Es un sistema complejo que ofrece múltiples posibilidades pero que tiene, al mismo tiempo, ciertas restricciones. Para que alguien lo pueda utilizar adecuadamente de acuerdo con sus propios fines en la comunicación, tanto escrita como oral, se requiere una profunda competencia. Es necesario desarrollar habilidades y conocer tanto las piezas del juego como las diferentes relaciones que pueden (o no) generarse entre ellas. Sería impensable que alguien aprenda a jugar, por ejemplo, al ajedrez, sin que conozca cada una de las piezas y sin que reflexione sobre lo que puede o no hacer con ellas. Con respecto a la lengua, sucede lo mismo. Para poder ser competentes en el juego de significados que se intercambian en la comunicación, es necesario profundizar tanto el conocimiento de los elementos utilizados y sus relaciones como la reflexión sobre cómo los diferentes usos que se hagan de esos elementos y relaciones pueden contribuir a asegurar los objetivos que tiene cada participante en una instancia de comunicación.

La gramática comprende el sistema de elementos del lenguaje utilizados en la comunicación (las palabras), las relaciones que son posibles entre ellos (su organización para construir significados complejos) y la comprensión y producción de sentido que se realizan en los textos, con ciertas intenciones y con ciertos resultados esperados. ¿Por qué, entonces, estudiar gramática en la clase de Lengua? Precisamente, porque necesitamos conocer y reflexionar sobre nuestras posibilidades de significar el mundo en que vivimos a través del lenguaje. Estudiar gramática no es interesarse por aprender conceptos y clasificaciones meramente decorativos e inútiles. Es intentar que el lenguaje nos permita comprender y producir los significados que queremos intercambiar y los que circulan a nuestro alrededor. Significa apropiarnos de las herramientas para que nos sirvan exactamente para lo que queremos que sirvan. Cuando no lo hacemos, otros hablan por nosotros o, lo que es peor, es el lenguaje mismo quien nos obliga a decir lo que no queremos decir, o a dar sentido a los textos según el sentido generado por otros.

Organizar informaciones

Al intercambiar significado, los hablantes organizamos informaciones orientándolas a través de un sentido determinado. A través de la gramática, se puede mostrar el juego que el lenguaje ha permitido jugar al hablante para lograr un propósito, con un cierto sentido, creando un universo de palabras que, a través de sus relaciones y sucesivas articulaciones, representa una imagen del mundo.

Las viejas gramáticas, como la estructural, que se estudió durante años en las escuelas, poco contribuían a eso. Básicamente, porque no potenciaban la reflexión sobre los significados puestos en juego, y se limitaban a una simple descripción de puras relaciones formales entre palabras.

Sí podría aportar mucho más una gramática que considere todos los aspectos del lenguaje, pero a la luz de los significados que se articulan para organizar informaciones generando sentido, según el contexto en que cada hablante crea un universo de palabras para hablar del mundo que existe más allá de las palabras.

Desde aquí, y a partir de todos los recorridos de las últimas décadas de la lingüística, podemos afirmar que esa gramática es posible. Y que existe en la medida en que exista un docente en un aula de Lengua que esté interesado en ayudar a sus alumnos a comprender los textos para comprender el mundo produciendo significación mientras produce textos escritos y orales y produce sentido en la lectura y en la interacción oral. Existe, en definitiva, en la medida en que exista un docente convencido de que la lengua es un juego que se crea y se recrea cada vez que se comunica, y que sabe, además, que ser consciente del juego nos hace más competentes para jugarlo.

Esa gramática que, insistimos, es posible, no se basa solamente en los estudios de quienes publican sus investigaciones o adaptaciones didácticas, sino, fundamentalmente, en lo que cada uno de nosotros sabe por ser hablante competente de la propia lengua, en nuestras intuiciones, en nuestras expectativas y, más que nada, en el derecho básico y elemental de todo ser humano al conocimiento de su lengua materna para poder participar libre y autónomamente, en principio, de cualquier acto de comunicación pero, en definitiva, de todas las formas de participación social en el mundo y en la realidad que le toca vivir.


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