En esta actividad, llevaremos a cabo todo lo que
aprendimos, pero ahora ya sin la ayuda de posibles pronombres interrogativos
para conformar las preguntas. Les proponemos un nuevo texto, para que ustedes
realicen las operaciones necesarias y pongan en práctica todos los pasos del
proceso de comprender para producir resumen y aprender.
Tengamos en cuenta que, ahora que vamos
dominando los procedimientos de los que nos estamos apropiando, podemos hacer
zonas de texto que no necesariamente coincidan con los párrafos. Por ejemplo,
podemos considerar a varios párrafos como una sola zona del texto que responda
a una misma pregunta globalizadora. Manos a la obra.
El texto sobre el cual se propone esta actividad es el siguiente:
¿Por
qué la gramática?
Horizontes
Desde
siempre, el fundamento general del área de Lengua ha sido, es y será la
necesidad de mejorar la comprensión y la producción de textos en lengua materna
de los alumnos de cualquier nivel del sistema educativo, para hacerlos
autónomos en su relación con todos los tipos, las tramas y las relaciones
textuales. Desde este horizonte trazado, la clase de Lengua se plantea siempre
todo lo relativo a la cuestión del lenguaje en su relación con las necesidades
comunicativas de seres humanos en el intercambio de significado.
Comprender
es una operación que se implica cada vez que se dice “leer” o “escuchar”.
Producir es la operación que se implica cada vez que se dice “escribir” o
“hablar”. Sin embargo, no se puede hablar de dos polos diferentes sino de dos
miradas distintas sobre el mismo fenómeno: el de comunicarse. Y, comúnmente, al
hablarse (tanto) en las escuelas de los problemas que tienen los chicos para
comprender, solemos referirnos a comprender textos. Pero los textos no son
entidades del mundo separadas de la vida, sino que, en el mundo en que vivimos,
los textos hacen la vida. Al comunicarnos, los seres humanos intercambiamos
significados con un sentido determinado en cada caso. Y cuando damos sentido a
los significados que intercambiamos, cada uno de nosotros le da sentido a su
propia vida, a su propia experiencia y a su manera de entender de un punto de
vista particular e intransferible el mundo en que vive.
Por
estas razones, el problema de comprensión que tienen los alumnos en cualquier
aula no es sólo un problema con los textos escritos. Se trata de algo mucho más
profundo. El problema, en principio, consiste en la dificultad para otorgar
sentido a esos textos, que son parte del mundo y que circulan en él para que
los significados sean intercambiados, discutidos, transformados. Lo que se
implica, por consiguiente, no es solamente la relación con el mundo de la
escritura sino, fundamentalmente, con nuestras posibilidades de conocer y dar
sentido, de discutir significados y transformarlos, apropiándose de las
informaciones para incluir en ellas nuestra propia voz y nuestro punto de
vista. Por lo tanto, lo que está en juego es el desarrollo del pensamiento, por
una parte, y nuestro derecho a la participación social, por otra.
El
problema, así, es mucho más grave que lo que parece a simple vista.
Fundamentalmente, porque revela que la reflexión sobre el lenguaje y el dominio
de la escritura y la lectura no son cuestiones que tengan que ver con un saber
preciosista sobre la lengua y el texto escrito: se trata de problemas que
involucran el desarrollo de las capacidades inteligentes, el acceso al
conocimiento, la capacidad crítica y la participación activa y autónoma en la
sociedad. En realidad, algo que es el fundamento de cualquier escuela en
cualquier nivel y en cualquier materia.
Es
por todo esto que podemos considerar que comprender y producir textos son
operaciones que se dan en todas las áreas. Nada se enseña si no es a través de
textos y de lenguajes. De esta manera, estas operaciones no son propiedad
exclusiva del área de Lengua: son operaciones básicas de cualquier clase de
cualquier contenido de cualquier área en cualquier nivel de escolaridad.
Las reglas del juego
La
pregunta que queda pendiente es: ¿qué es lo específico del área de Lengua, si
la comprensión y la producción son asunto de todos? Lo particular de Lengua,
sostenemos aquí, es contribuir a generar en los chicos herramientas de
conocimiento y discusión de la realidad a través de la reflexión sobre cómo
funciona el lenguaje cuando se construyen textos para comunicar, conocer y
discutir la realidad.
El
lenguaje humano tiene diferentes aspectos que permiten decir, disfrazar,
develar, ocultar. Es un sistema complejo que ofrece múltiples posibilidades
pero que tiene, al mismo tiempo, ciertas restricciones. Para que alguien lo
pueda utilizar adecuadamente de acuerdo con sus propios fines en la
comunicación, tanto escrita como oral, se requiere una profunda competencia. Es
necesario desarrollar habilidades y conocer tanto las piezas del juego como las
diferentes relaciones que pueden (o no) generarse entre ellas. Sería impensable
que alguien aprenda a jugar, por ejemplo, al ajedrez, sin que conozca cada una
de las piezas y sin que reflexione sobre lo que puede o no hacer con ellas. Con
respecto a la lengua, sucede lo mismo. Para poder ser competentes en el juego
de significados que se intercambian en la comunicación, es necesario
profundizar tanto el conocimiento de los elementos utilizados y sus relaciones
como la reflexión sobre cómo los diferentes usos que se hagan de esos elementos
y relaciones pueden contribuir a asegurar los objetivos que tiene cada
participante en una instancia de comunicación.
La
gramática comprende el sistema de elementos del lenguaje utilizados en la
comunicación (las palabras), las relaciones que son posibles entre ellos (su
organización para construir significados complejos) y la comprensión y
producción de sentido que se realizan en los textos, con ciertas intenciones y
con ciertos resultados esperados. ¿Por qué, entonces, estudiar gramática en la
clase de Lengua? Precisamente, porque necesitamos conocer y reflexionar sobre
nuestras posibilidades de significar el mundo en que vivimos a través del
lenguaje. Estudiar gramática no es interesarse por aprender conceptos y
clasificaciones meramente decorativos e inútiles. Es intentar que el lenguaje
nos permita comprender y producir los significados que queremos intercambiar y
los que circulan a nuestro alrededor. Significa apropiarnos de las herramientas
para que nos sirvan exactamente para lo que queremos que sirvan. Cuando no lo
hacemos, otros hablan por nosotros o, lo que es peor, es el lenguaje mismo
quien nos obliga a decir lo que no queremos decir, o a dar sentido a los textos
según el sentido generado por otros.
Organizar informaciones
Al
intercambiar significado, los hablantes organizamos informaciones orientándolas
a través de un sentido determinado. A través de la gramática, se puede mostrar
el juego que el lenguaje ha permitido jugar al hablante para lograr un
propósito, con un cierto sentido, creando un universo de palabras que, a través
de sus relaciones y sucesivas articulaciones, representa una imagen del mundo.
Las
viejas gramáticas, como la estructural, que se estudió durante años en las
escuelas, poco contribuían a eso. Básicamente, porque no potenciaban la
reflexión sobre los significados puestos en juego, y se limitaban a una simple
descripción de puras relaciones formales entre palabras.
Sí
podría aportar mucho más una gramática que considere todos los aspectos del
lenguaje, pero a la luz de los significados que se articulan para organizar
informaciones generando sentido, según el contexto en que cada hablante crea un
universo de palabras para hablar del mundo que existe más allá de las palabras.
Desde
aquí, y a partir de todos los recorridos de las últimas décadas de la
lingüística, podemos afirmar que esa gramática es posible. Y que existe en la
medida en que exista un docente en un aula de Lengua que esté interesado en
ayudar a sus alumnos a comprender los textos para comprender el mundo
produciendo significación mientras produce textos escritos y orales y produce
sentido en la lectura y en la interacción oral. Existe, en definitiva, en la
medida en que exista un docente convencido de que la lengua es un juego que se
crea y se recrea cada vez que se comunica, y que sabe, además, que ser
consciente del juego nos hace más competentes para jugarlo.
Esa
gramática que, insistimos, es posible, no se basa solamente en los estudios de
quienes publican sus investigaciones o adaptaciones didácticas, sino,
fundamentalmente, en lo que cada uno de nosotros sabe por ser hablante
competente de la propia lengua, en nuestras intuiciones, en nuestras
expectativas y, más que nada, en el derecho básico y elemental de todo ser
humano al conocimiento de su lengua materna para poder participar libre y
autónomamente, en principio, de cualquier acto de comunicación pero, en
definitiva, de todas las formas de participación social en el mundo y en la
realidad que le toca vivir.
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