miércoles, 4 de marzo de 2020

Primera aproximación al estudio del sustantivo

El sustantivo o nombre



Es la clase de palabras que asigna una denominación (un nombre) a toda entidad a la que se identifica como un concepto del que se puede decir (predicar) algo.

Básicamente, se reconoce porque, en principio, es la palabra que puede responder a un interrogante como: ¿Qué es?, ¿Quién es?.

Así, puede nombrar objetos concretos como: río, árbol, vereda; puede denominar como pertenecientes a una clase a personas como: profesor, veterinario, bailarines; también puede nombrar en forma específica y particular a personas como: Germán, Ana; puede nombrar ciertas abstracciones que podemos pensar como conceptos para decir algo de ellas, como: paz, revolución, libertad, y también puede nombrar entidades que se conformaron como tales por una transformación de una característica en concepto, como tranquilidad, o por una transformación de una situación más esperable como verbo en concepto, como construcción.

De esta manera, los sustantivos son nombres de entidades, ya sean éstas objetos (silla), personas designadas por su pertenencia a alguna clase (estudiantes), personas designadas específica y particularmente (Pablo), abstracciones (ocio), conceptualizaciones de características (amabilidad) o de situaciones/acciones (dilatación).

De cualquiera de las entidades (“cosas” reales o abstractas) que se presentan a través de sustantivos se puede predicar (decir) algo:





Como podemos ver en la columna de la predicación, para que esté “listo” para que se predique algo sobre él, el sustantivo generalmente necesita un elemento que especifique de qué entidad en particular se trata. Por ejemplo, tren requirió que se diga el tren, para indicar que estamos predicando sobre el único tren del que estábamos hablando. Hemos subrayado las palabras que contribuyeron a especificar al sustantivo, y podemos comprobar que esto ha sucedido en todos los casos, excepto cuando nos encontramos con un nombre propio: el sustantivo propio no lleva especificador, porque ya especifica en sí mismo (ya indica claramente, por su nombre, a qué entidad se refiere, por lo que no necesitamos decir “la Emilia”). Cuando el sustantivo no es propio sino común (en los demás casos), menciona a una clase de elementos (una clase de trenes, una clase de viajeros, etc.), y debe ser especificado para poder referirse a algún elemento de esa clase (a un tren en particular, a unos viajeros en particular, etc.).

Para comprobar que aquello que consideramos sustantivo lo es, realmente, podemos someter a la palabra a la prueba del artículo. Si nos imaginamos una pregunta hipotética como: “¿De qué estás hablando?”, y la podemos responder, simplemente, con un sustantivo modificado por artículo, es que estamos frente a un sustantivo. Por ejemplo, si dudamos de si “responsabilidad” es un sustantivo, podemos pensar el diálogo imaginario: -¿De qué estás hablando? De la responsabilidad. Entonces, es un sustantivo. Esto no funciona con ninguna de las otras clases de palabras.

Como clase de palabras flexiva, el sustantivo manifiesta género y número. Examinemos de qué manera lo hace con cada una de estas categorías.


El género



En principio, es necesario aclarar que el género lingüístico no se corresponde con el género en el sentido de sexo: es una categoría no biológica sino convencional y perteneciente al ámbito del lenguaje. Por eso, cuando hablamos de la noche y el día, la noche es femenino y el día es masculino, pero nada de eso tiene conexión con la noción de hombre o mujer. Es necesario aclarar que son categorías independientes la de género morfológico en la lengua y la de género como definición sexual, porque frecuentemente esta confusión lleva a usos en los que se trata de imponer marcas de género sexual al lenguaje cuando éste no la tiene ni la requiere.

Además, en relación con estas consideraciones, conviene tener en cuenta que los sustantivos pueden contener o no marcas de género que indiquen a la entidad como masculina o femenina, como sucede en: el gato, la tigresa (hemos subrayado el morfema de género en cada uno de los dos sustantivos).

Pero, en otros casos, no hay marca de género en el sustantivo, y el carácter de masculino o femenino se marca a través del especificador. Es lo que sucede con estudiante: en sí mismo, no es masculino ni femenino, y será el especificador (por ejemplo, el artículo) el elemento que determine si es el estudiante o la estudiante (el subrayado de la marca de género está aquí en el elemento que especifica a quién nos referimos con el sustantivo estudiante).

Generalmente, en el caso de los sustantivos terminados en –nte no hay marca de género masculino o femenino, porque derivan de formas que, en latín, estaban marcadas tanto para masculino como para femenino, y se referían a entidades humanas, independientemente de que fueran varones o mujeres. Por ello, es incorrecta una forma como la estudianta, y se marca con asterisco la incorrección o agramaticalidad: * la estudianta. El género femenino está dado por el artículo especificador. Lo mismo sucede con * la intendenta que, a pesar de su uso acostumbrado, sigue siendo inconveniente, porque el género es marcado por el especificador en todos los sustantivos de ese tipo: la presidente, la intendente, la vidente, etc.

No obstante, hay otra cuestión que se debe tener en cuenta, en relación con estas apreciaciones que estamos haciendo sobre el género: hay usos de ciertos sustantivos en los que la referencia (aquello a lo cual nos referimos con ellos) es la de un conjunto de varios individuos que pueden ser varones o mujeres pero cuya distinción de género no es pertinente, porque se quiere especificar que se trata de seres humanos (independientemente tanto del género morfológico como del género como identidad sexual). Se trata de los usos neutros de los sustantivos: con neutro queremos indicar un carácter general, que incluye a ambos géneros morfológicos (masculino y femenino) y a todo tipo de género como identidad sexual.

Por ejemplo, cuando decimos Los estudiantes, en un contexto en el que se dan instrucciones académicas para una acción determinada (podemos suponer la oración Los estudiantes deben realizar la inscripción dos días antes del examen), no se está especificando que se habla de estudiantes masculinos (en el sentido morfológico) o varones (en el sentido de identidad sexual), sino que estamos hablando de seres humanos que son aludidos por su carácter de estudiantes. El sintagma Los estudiantes puede parafrasearse por Los seres humanos que estudian o Las personas que estudian, pero no por Los varones que estudian.

Este uso neutro, que suele llevar a confusiones porque utiliza la misma forma que en el lenguaje se utiliza para el masculino, se basa en la siguiente diferenciación:


Por esta razón, no corresponde el uso de: Los/las estudiantes deben realizar la inscripción dos días antes del examen. Sobre todo porque, suponemos, quienes deben realizar la inscripción son seres humanos que estudian y no varones que estudian (en ningún mundo posible de la actualidad se aceptaría que se discrimine por sexo a las personas para su participación en una circunstancia, como la educación, en la que no se puede excluir por género: no hay posibilidad de que se produzca una confusión con respecto a si la instrucción alcanza solamente a varones).

Cuando nos referimos a una sola entidad de este tipo, la identificación de género se da por artículo especificador. Esto es, cuando hablamos de: El estudiante (entró al salón) o La estudiante (buscó los libros que necesitaban). También, cuando hablamos de conjuntos no generales sino particulares: Los estudiantes estaban en el baño (un grupo de varones) o Las estudiantes escribieron un texto sobre sus vivencias desde el rol de la mujer en los núcleos familiares.

En cuanto al género, una vez hechas estas aclaraciones, podemos encontrar las siguientes posibilidades para los sustantivos:





El número



Diferencia dos posibilidades: la referencia a un solo elemento (singular) o a dos o más (plural). El morfo que manifiesta el número singular es un vacío, una forma no marcada o una indicación que comprendemos que es singular porque no hay nada que señale que es plural. El morfema que indica el número plural puede tener distintas manifestaciones o alomorfos:




Otros sustantivos en español son reconocidos con el nombre de pluralia tantum, una expresión del latín que se utiliza para indicar que solamente existen en su forma de plural (nunca se usan en singular). Son ejemplos de este tipo: nupcias, víveres. Serían agramaticales sus usos en singular: * Contrajo una nupcia / Contrajo nupcias; * Trajo un vívere / Trajo víveres.


Sintaxis del sustantivo



El sustantivo es núcleo del sintagma que se organiza en torno a él, con los diferentes elementos que le permiten configurar una frase en la que quede claro a qué se hace referencia (es decir, de qué hablamos, a qué entidad en particular nos estamos refiriendo). El sintagma que tiene por núcleo a un sustantivo o nombre es un sintagma nominal.

Hasta este momento, hemos estado conociendo al sustantivo por su función principal, que es la de sujeto de la oración (entonces, el sujeto es un sintagma nominal). Además de esta, los sintagmas nominales pueden cumplir otras funciones, que ya se verán oportunamente. Pero consideramos necesario detenernos un ratito para ver cómo se forma el sintagma nominal. Esto quiere decir: cómo se conforma una frase en la que el núcleo es un sustantivo, para poder aludir a una determinada entidad a la que nos estamos refiriendo. Y vamos a aplicar lo que podamos averiguar para responder esta pregunta a la función de sujeto, que es la que ya hemos conocido.

En primer término, podemos ver que un sustantivo que es nombre propio de una persona, por ejemplo, puede ser todo el sintagma nominal, sin necesidad de ninguna otra palabra. Lo podemos ver en este análisis:




En este caso, el sustantivo propio Antonio Machado asume la función de sujeto y, como podemos ver, no necesita de ningún elemento adicional que nos ayude a comprender de quién se habla, ya que se utilizó, directamente, la expresión lingüística más directa para poder referirnos a la persona de la que hablamos.

Pero cuando el sustantivo que será el centro del sintagma nominal no es un nombre propio sino un sustantivo común, poder dejar en claro de qué o de quién estamos hablando es un proceso menos directo. Básicamente, porque los nombres propios son sustantivos que se refieren a un único elemento, y por eso lo pueden hacer directamente, pero los sustantivos comunes solamente nombran a clases de entidades: para poder construir en palabras a la entidad a la que nos queremos referir, se requiere de otras palabras.

Por ejemplo, en otra oración, en lugar de utilizar el sustantivo propio María, podríamos utilizar el sustantivo común dibujante, teniendo en cuenta que hablamos de alguien llamado María a quien aludimos por su profesión de dibujante. Pero dibujante es una clase de personas, y con esta única palabra no quedará en claro de qué dibujante estamos hablando. Para ello, resulta necesario poder especificar a qué dibujante nos referimos, a través de un elemento especificador, como en la siguiente expresión:




Podemos ver cómo, en el caso de un sustantivo común, que nombra a una clase de entidades, para conformar un sintagma nominal se requiere de un elemento especificador que permita identificar a la entidad de la que estamos hablando, a la que nos referimos.

En conclusión, el sustantivo es núcleo de un sintagma nominal que se conforma sólo con el sustantivo, cuando es nombre propio, pero que requiere de otros elementos, como los especificadores, cuando es un sustantivo común.



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