El sustantivo o nombre
Es la clase de palabras que asigna una denominación (un nombre)
a toda entidad a la que se
identifica como un concepto del que
se puede decir (predicar) algo.
Básicamente, se reconoce porque, en principio, es la palabra
que puede responder a un interrogante como: ¿Qué es?, ¿Quién es?.
Así, puede nombrar objetos concretos como: río, árbol, vereda; puede denominar como
pertenecientes a una clase a personas como: profesor,
veterinario, bailarines; también puede nombrar en forma
específica y particular a personas como: Germán, Ana;
puede nombrar ciertas abstracciones que podemos pensar como conceptos para
decir algo de ellas, como: paz, revolución,
libertad, y también puede nombrar entidades que se conformaron
como tales por una transformación de una característica en concepto, como tranquilidad, o por una transformación de
una situación más esperable como verbo en concepto, como construcción.
De esta manera, los
sustantivos son nombres de entidades, ya sean éstas objetos (silla),
personas designadas por su pertenencia a
alguna clase (estudiantes), personas
designadas específica y particularmente (Pablo),
abstracciones (ocio),
conceptualizaciones de características
(amabilidad) o de situaciones/acciones
(dilatación).
De cualquiera de las entidades (“cosas” reales o abstractas)
que se presentan a través de sustantivos se puede predicar (decir) algo:
Como podemos
ver en la columna de la predicación, para que esté “listo” para que se predique
algo sobre él, el sustantivo generalmente necesita un elemento que especifique
de qué entidad en particular se trata. Por ejemplo, tren requirió que se diga
el
tren, para indicar que estamos predicando sobre el único tren
del que estábamos hablando. Hemos subrayado las palabras que contribuyeron a
especificar al sustantivo, y podemos comprobar que esto ha sucedido en todos
los casos, excepto cuando nos encontramos con un nombre propio: el sustantivo propio no lleva especificador,
porque ya especifica en sí mismo (ya indica claramente, por su nombre, a qué
entidad se refiere, por lo que no necesitamos decir “la Emilia”). Cuando el
sustantivo no es propio sino común (en los demás casos), menciona a una clase
de elementos (una clase de trenes, una clase de viajeros,
etc.), y debe ser especificado para poder referirse a algún elemento de esa
clase (a un tren en particular, a unos viajeros en particular, etc.).
Para comprobar que aquello que consideramos sustantivo lo
es, realmente, podemos someter a la palabra a la prueba del artículo. Si nos imaginamos una pregunta hipotética
como: “¿De qué estás hablando?”, y la
podemos responder, simplemente, con un sustantivo modificado por artículo, es
que estamos frente a un sustantivo. Por ejemplo, si dudamos de si “responsabilidad”
es un sustantivo, podemos pensar el diálogo imaginario: -¿De qué estás hablando? De la
responsabilidad. Entonces, es un sustantivo. Esto no funciona con
ninguna de las otras clases de palabras.
Como clase de palabras flexiva, el sustantivo manifiesta
género y número. Examinemos de qué manera lo hace con cada una de estas
categorías.
El género
En principio, es necesario aclarar que el género lingüístico no se corresponde con
el género en el sentido de sexo: es una categoría no biológica sino convencional
y perteneciente al ámbito del lenguaje. Por eso, cuando hablamos de la
noche y el día, la noche es femenino y el día
es masculino, pero nada de eso tiene conexión con la noción de hombre o mujer.
Es necesario aclarar que son categorías independientes la de género morfológico
en la lengua y la de género como definición sexual, porque frecuentemente esta
confusión lleva a usos en los que se trata de imponer marcas de género sexual
al lenguaje cuando éste no la tiene ni la requiere.
Además, en relación con estas consideraciones,
conviene tener en cuenta que los sustantivos pueden contener o no marcas de
género que indiquen a la entidad como masculina o femenina, como sucede en: el
gato, la tigresa (hemos subrayado
el morfema de género en cada uno de los dos sustantivos).
Pero, en otros casos, no hay marca de género en
el sustantivo, y el carácter de masculino o femenino se marca a través del
especificador. Es lo que sucede con estudiante: en sí mismo, no es
masculino ni femenino, y será el especificador (por ejemplo, el artículo) el
elemento que determine si es el estudiante o la
estudiante (el subrayado de la marca de género está aquí en el elemento
que especifica a quién nos referimos con el sustantivo estudiante).
Generalmente, en el caso de los sustantivos
terminados en –nte no hay marca de género masculino o femenino, porque derivan
de formas que, en latín, estaban marcadas tanto para masculino como para
femenino, y se referían a entidades humanas, independientemente de que fueran
varones o mujeres. Por ello, es incorrecta una forma como la estudianta, y se marca
con asterisco la incorrección o agramaticalidad: * la estudianta. El género
femenino está dado por el artículo especificador. Lo mismo sucede con * la intendenta
que, a pesar de su uso acostumbrado, sigue siendo inconveniente, porque el
género es marcado por el especificador en todos los sustantivos de ese tipo: la
presidente, la intendente, la vidente, etc.
No obstante, hay otra cuestión que se debe tener
en cuenta, en relación con estas apreciaciones que estamos haciendo sobre el
género: hay usos de ciertos sustantivos en los que la referencia (aquello a lo cual nos referimos con ellos) es la de un conjunto de varios individuos
que pueden ser varones o mujeres pero cuya distinción de género no es
pertinente, porque se quiere especificar que se trata de seres humanos
(independientemente tanto del género morfológico como del género como identidad
sexual). Se trata de los usos neutros de
los sustantivos: con neutro queremos indicar un carácter general, que
incluye a ambos géneros morfológicos (masculino y femenino) y a todo tipo de
género como identidad sexual.
Por ejemplo, cuando decimos Los estudiantes, en un
contexto en el que se dan instrucciones académicas para una acción determinada
(podemos suponer la oración Los estudiantes
deben realizar la inscripción dos días antes del examen), no se
está especificando que se habla de estudiantes masculinos (en el
sentido morfológico) o varones (en el sentido de identidad sexual), sino que
estamos hablando de seres humanos que son aludidos por su carácter de estudiantes.
El sintagma Los estudiantes puede parafrasearse por Los seres humanos que estudian
o Las
personas que estudian, pero no por Los varones que estudian.
Este uso neutro, que suele llevar a confusiones
porque utiliza la misma forma que en el lenguaje se utiliza para el masculino,
se basa en la siguiente diferenciación:
Por esta razón, no corresponde el uso de: Los/las estudiantes deben realizar la inscripción dos
días antes del examen. Sobre todo porque, suponemos, quienes
deben realizar la inscripción son seres humanos que estudian y no varones que
estudian (en ningún mundo posible de la actualidad se aceptaría que se
discrimine por sexo a las personas para su participación en una circunstancia,
como la educación, en la que no se puede excluir por género: no hay posibilidad
de que se produzca una confusión con respecto a si la instrucción alcanza
solamente a varones).
Cuando nos referimos a una sola entidad de este
tipo, la identificación de género se da por artículo especificador. Esto es,
cuando hablamos de: El estudiante (entró al
salón) o La estudiante (buscó los libros que necesitaban).
También, cuando hablamos de conjuntos no generales sino particulares: Los
estudiantes estaban en el baño (un grupo de varones) o Las
estudiantes escribieron un texto sobre sus vivencias desde el rol de la mujer
en los núcleos familiares.
En cuanto al género, una vez hechas estas
aclaraciones, podemos encontrar las siguientes posibilidades para los
sustantivos:
El número
Diferencia dos posibilidades: la referencia a un
solo elemento (singular) o a dos o más (plural). El morfo que manifiesta el número singular es un vacío, una forma
no marcada o una indicación que comprendemos que es singular porque no hay nada
que señale que es plural. El morfema que
indica el número plural puede tener distintas manifestaciones o alomorfos:
Otros
sustantivos en español son reconocidos con el nombre de pluralia tantum, una
expresión del latín que se utiliza para indicar que solamente existen en su
forma de plural (nunca se usan en singular). Son ejemplos de este tipo:
nupcias, víveres. Serían agramaticales sus usos en singular: * Contrajo
una nupcia / Contrajo nupcias; * Trajo un vívere / Trajo víveres.
Sintaxis del sustantivo
El sustantivo es núcleo del sintagma que se
organiza en torno a él, con los diferentes elementos que le permiten configurar
una frase en la que quede claro a qué se hace referencia (es decir, de qué
hablamos, a qué entidad en particular nos estamos refiriendo). El sintagma que
tiene por núcleo a un sustantivo o nombre es un sintagma nominal.
Hasta este momento, hemos estado conociendo al
sustantivo por su función principal, que es la de sujeto de la oración
(entonces, el sujeto es un sintagma nominal). Además de esta, los sintagmas
nominales pueden cumplir otras funciones, que ya se verán oportunamente. Pero
consideramos necesario detenernos un ratito para ver cómo se forma el sintagma nominal. Esto quiere decir: cómo se conforma una frase en la que el
núcleo es un sustantivo, para poder aludir a una determinada entidad a la que
nos estamos refiriendo. Y vamos a aplicar lo que podamos averiguar para
responder esta pregunta a la función de sujeto, que es la que ya hemos
conocido.
En primer término, podemos ver que un sustantivo
que es nombre propio de una persona, por ejemplo, puede ser todo el sintagma
nominal, sin necesidad de ninguna otra palabra. Lo podemos ver en este
análisis:
En este caso, el sustantivo propio Antonio
Machado asume la función de sujeto y, como podemos ver, no necesita de
ningún elemento adicional que nos ayude a comprender de quién se habla, ya que
se utilizó, directamente, la expresión lingüística más directa para poder
referirnos a la persona de la que hablamos.
Pero cuando el sustantivo que será el centro del
sintagma nominal no es un nombre propio sino un sustantivo común, poder dejar
en claro de qué o de quién estamos hablando es un proceso menos directo.
Básicamente, porque los nombres propios son sustantivos que se refieren a un
único elemento, y por eso lo pueden hacer directamente, pero los sustantivos
comunes solamente nombran a clases de entidades: para poder construir en
palabras a la entidad a la que nos queremos referir, se requiere de otras
palabras.
Por ejemplo, en otra oración, en lugar de
utilizar el sustantivo propio María, podríamos utilizar el
sustantivo común dibujante, teniendo en cuenta que hablamos de alguien llamado María
a quien aludimos por su profesión de dibujante. Pero dibujante es una clase de
personas, y con esta única palabra no quedará en claro de qué dibujante
estamos hablando. Para ello, resulta necesario poder especificar a qué dibujante
nos referimos, a través de un elemento especificador, como en la siguiente
expresión:
Podemos ver cómo, en el caso de un sustantivo
común, que nombra a una clase de entidades, para conformar un sintagma nominal
se requiere de un elemento especificador que permita identificar a la entidad
de la que estamos hablando, a la que nos referimos.
En conclusión, el sustantivo es núcleo de un
sintagma nominal que se conforma sólo con el sustantivo, cuando es nombre
propio, pero que requiere de otros elementos, como los especificadores, cuando
es un sustantivo común.
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